Stefan Mönk analiza los retos que plantea la simulación en la atención sanitaria, incluidos los costes y la medición de resultados. Sugiere un enfoque mejorado digitalmente y basado en datos, con un aprendizaje flexible, diversos métodos de simulación y una amplia utilización de datos para mejorar la educación y los resultados de los pacientes, al tiempo que se reducen las demandas de recursos. Leer el artículo para más información
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Imagínate esto: Te encuentras en un mundo en el que la simulación no te parece una carga. Anhelas más oportunidades para el aprendizaje práctico, una mejor retroalimentación y una comprensión más profunda de los escenarios del mundo real. Pero aquí está el truco: también quieres que sea rentable. Bienvenido al mundo de la simulación sanitaria, cuya misión es hacer que el aprendizaje sea más eficiente y eficaz.
La eficacia, en términos sencillos, mide cuánto cuesta alcanzar un objetivo. En el ámbito de la simulación sanitaria, a menudo nos hemos quedado cortos en la escala de eficacia. ¿Por qué? Principalmente porque la simulación tradicional requiere multitud de recursos. Piensa que es como montar una obra de teatro: un escenario, actores (o alumnos), atrezzo y directores (facilitadores). Estos recursos se traducen en espacio, personas, tiempo y equipos, lo que en última instancia se traduce en dinero, tanto en costes iniciales como en gastos corrientes. En la sanidad, donde los recursos ya son escasos, esto supone un reto importante.
Hablemos ahora de resultados. En sanidad, los resultados importan, y mucho. Sin embargo, medir la eficacia de la simulación plantea problemas específicos. El modelo Kirkpatrick, un marco ampliamente aceptado para evaluar el aprendizaje, establece cuatro niveles: Reacción, Aprendizaje, Comportamiento y Resultados. Aunque es fácil evaluar las reacciones de los participantes (¿disfrutaron de su tiempo con el simulador?), demostrar niveles superiores de eficacia puede ser complicado. La consecución de resultados tangibles en la atención sanitaria, como la mejora de la seguridad de los pacientes, implica múltiples factores, por lo que es difícil atribuirlos únicamente a la simulación. Las configuraciones tradicionales también tienen problemas con la recopilación, el almacenamiento, el acceso y el análisis de datos, lo que dificulta nuestra capacidad para medir los resultados de forma eficaz.
Entonces, ¿cuál es la solución? Propongo un enfoque diferente: un enfoque mejorado digitalmente, basado en datos, flexible y centrado en los resultados. Imagínate la simulación como parte de un viaje de aprendizaje holístico, en el que entra en juego una vez que los alumnos tienen los conocimientos necesarios. Imagina que la simulación no se limita a maniquíes a escala real, sino que se ofrece en diversas formas adaptadas a las distintas necesidades de formación. Imagina un mundo en el que la ubicación física y los horarios de oficina no limiten tu acceso a la simulación, y en el que la información esté disponible cuando la necesites. Piensa en evaluaciones basadas en criterios objetivos de rendimiento, no en horarios rígidos. Imagina el impacto que esto podría tener en la prestación de asistencia sanitaria: es revolucionario.
Pero todas estas mejoras dependen de los datos, y mucho. Los datos son una inmensa reserva en la que los científicos (educadores) pueden pescar en busca de ideas. Pueden ayudar a identificar las necesidades de formación que van más allá de los planes de estudios estáticos, basándose en el rendimiento de grandes grupos durante su formación. Estos descubrimientos pueden configurar el futuro de la educación. Si se detectan y colman las lagunas, la formación puede adaptarse y los escenarios pueden evolucionar. El plan de estudios se convierte en una respuesta flexible a las necesidades educativas del mundo real. A continuación, podemos aventurarnos en los datos de resultados clínicos, pero ese viaje requiere que aceptemos cierta incomodidad: el cambio no es fácil, pero es necesario para la seguridad y para mejorar los resultados de los pacientes.
La simulación, ya sea a nivel individual o sistémico, exige un número considerable de recursos. Para aliviar la carga, necesitamos un enfoque híbrido, modular y digital. En lugar de ver el hardware del simulador como el único producto, considérelo una plataforma para la innovación del software. Una huella física más pequeña combinada con una amplia utilización de datos es la receta para el alivio. ¿Deseas más aprendizaje experimental, un desarrollo más rápido de las competencias y un sistema sanitario que sane de verdad? La respuesta es un sistema de simulación mejorado digitalmente que respalde los viajes de aprendizaje (por ejemplo, de CAE Healthcare), un sistema que transforme la simulación sanitaria de una tarea que requiere muchos recursos en una potente herramienta para el aprendizaje eficaz.
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